Los siete pecados capitales son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la moral cristiana.
El término «capital» (de caput, capitis, "cabeza", en latín) no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados.

Pereza, la enfermedad del siglo XXI
Pereza
Todos los seres vivos que se mueven, tienden a no malgastar
energías si no hay un beneficio, que no tiene por qué ser seguro e inmediato:
puede ser algo probable o que se obtendrá en un futuro.
Los animales con mayor inteligencia, y sobre todo los
jóvenes, a veces parecen contradecir la máxima de no desperdiciar energía. Son
muy activos y no paran casi nunca quietos. Esta actividad tiene la utilidad de
conseguir mejores habilidades o conocer mejor el entorno, entre otras ventajas.
En el caso de los seres humanos (y otros animales), tenemos
un cerebro muy grande y que consume mucha energía (20 % del total que necesita
el cuerpo), tanto si se usa, como si no. No utilizarlo supone un desperdicio de
energía. Para evitarlo, una sensación desagradable, el aburrimiento, evita
dejar inactivo el cerebro y otra agradable, la curiosidad, mueve al individuo a
buscar algún tipo de actividad interesante, aunque no haya una necesidad
inmediata. Las actividades no tienen por qué ser puramente mentales; sirve
cualquier actividad en la que intervenga el cerebro, desde leer hasta hacer
deporte.
A las personas que evitan realizar cualquier actividad de
las cuales el beneficio no sea al instante se les llama vagos o perezosos. Las
causas para tener dicha tendencia pueden ser variadas, desde mala alimentación
o enfermedades o simplemente que las actividades que realizan no les resultan
beneficiosas.
La pereza es algo habitual que está constantemente tentando
al ser humano. Suele ocurrir que una persona haga planes para el futuro con
mucho entusiasmo, pero cuando llega el día no lo cumple por pereza. Algunos
ejemplos de esto lo son los planes de ejercicio, dietas, estudios y hasta
tareas laborales. Los primeros hombres que habitaron la tierra, no tenían la
necesidad de utilizar la frase “lo haré luego”; esto debido a que sus
actividades en las cuales gastaban sus energías eran para el beneficio del aquí
y el ahora. Era un estilo de vida.
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